lunes, 28 de abril de 2014

Para qué mentirnos


Creería que el amor es para siempre si no viese todos los días por la calle personas divorciadas con la mirada perdida.
Creería que la vida es justa si no viese a ladrones y asesinos sueltos sin pena ni gloria.
Creería que hay un sitio para mí en este mundo si no viese tus brazos ocupados por otra, otra con una luz más brillante que la mía
                                      (yo ya perdí mi luz hace mucho tiempo, y no la echo de menos)
Creería que puedo seguir adelante si no me encontrase en este pozo sin fondo ni salida,
allí donde me dejaste,
para qué mentirnos.
Creería que todo puede ser mejor si este mundo no fuese de esta manera, pero no existe otra.
Las personas se divorcian y se van,
los asesinos se escapan y se cubren con caras humanas por las calles,
alquilas el hueco de tus brazos a cualquiera con una sonrisa bonita y unos pensamientos vacíos,
toqué fondo y el fondo me ha comido.
Quiero creer muchas cosas, todas sueños sin retorno, pero yo vivo de sueños y tu de caricias;
y dijiste que no éramos tan diferentes,
pero ni siquiera cerramos los ojos de la misma manera.
Volvería el tiempo atrás sin pensarlo dos veces, si el tiempo de atrás fuese mejor que este,
para qué mentirnos.
                                                                   (el mundo está hecho de mentiras)

domingo, 13 de abril de 2014

Mi último adiós.

Esto es una despedida. Y la cosa sobre las despedidas es que son dolorosas, incluso pueden llegar a ser catastróficas (porque hay adioses que nunca volverán a convertirse en holas). Así que esto, querido amigo, nuestra despedida, va a ser dolorosa, y no tendrá un final feliz.
 Ahora te diré un secreto: los finales felices no existen. Todo aquello que nos vendieron aquellos dibujos animados no son más que pura palabrería con el único fin de engañar a los niños para que no se den cuenta de lo que verdaderamente el mundo es: una mierda. A lo largo de los años el mundo ha ido empeorando cada vez más rápido y nadie ha hecho nada para evitarlo, todos estábamos ajenos a lo que pasaba. Nuestra única preocupación era llegar a la hora justa para trabajar, hacer todos los trabajos, no olvidar comprar el pan, que se acabe la gasolina del coche… Preocupaciones que no valen una mierda pero para que nosotros supone el cambio entre estar bien y tener estrés. Por la mañana todos nos levantamos, desayunamos, nos vamos a donde quiera que tengamos que ir y volvemos por la noche a dormir; hacemos todo eso, nuestra mente se colapsa de todas esas cosas y nos quedamos atrapados en el lugar que creemos tener. El mundo se estaba corrompiendo mientras nosotros estábamos untando mantequilla en una tostada. Muchas personas estaban matándose entre ellas mientras un hombre con traje contaba sus fajos de billetes en su chalet de
Marbella. Una  madre veía morir a su hijo de hambre mientras un grupo de jóvenes fumaban en el parque y tiraban toda la basura contra los árboles.
Así va el mundo, querido amigo, así vamos. (A saber cómo vamos a acabar).
Como puedes ver, tengo razones suficientes para irme. No nacemos para vivir una vida que no queremos. Ya sé que no te dan a elegir, cuando estás en el vientre de tu madre, dentro no hay una barra de bar con un menú en un folio plastificado donde puedes elegir como quieres que tu vida sea y ellos te la preparan y te la sirven en una bonita bandeja con una servilleta para limpiar la mierda sobrante y un postre.  Nadie va a arreglarte la vida, están demasiado ocupados intentando hacer de la suya algo que valga un poco la pena, sólo un poco (aunque todos sabes que eso es imposible).
A todo esto, te doy un consejo: sé libre. Corre por tus sueños, no te tragues las cosas que sabes que te van a hacer daño después, cumple lo que una vez te prometiste a ti mismo, haz lo que quieras, actúa como tú quieres actuar y deja atrás los <¿Y sí…?>.  Lucha, ama, llora. Vive. Y sobre todo, equivócate. Tantas veces como puedas, de todas las maneras posibles. Pero eso sí: cuando cometas un error, no lo veas como una debilidad, míralo como una nueva razón para ser fuerte. No somos débiles porque nos equivocamos, somos humanos. Equivocarnos nos hace humanos, porque eso es lo que somos. Y si nunca te has equivocado entonces, querido, me temo que no eres de este mundo. Vive del modo en el que quieres vivir, no en el modo que todos quieren que vivas. No les perteneces, a nadie, ni a ti mismo; eres demasiado libre como para pertenecer a algo si quiera.  Perteneces al viento, a las hojas que abandonan los árboles, al cielo, a las estrellas.
Me temo que el final, mi final, se acerca. No he vivido mucho, pero sí lo suficiente como para saber que no vale la pena vivir mucho más. Me voy sabiendo que nadie va a derramar una lágrima por mí cuando ya no esté, nadie va a recordarme ni va a contarle a sus amigos mis hazañas (mis hazañas sólo las sé yo, y así se va a quedar). No he hecho nada importante que se quede impregnado en el mundo, sólo he intentado buscar el lado bueno de las cosas aunque no había ningún lado, ni bueno ni malo. Y eso me ha llevado a darme cuenta de que no hay lado bueno, a veces hay salida y otras no. Y no siempre es fácil encontrarla. He vivido una vida que no quería y no sabía cuál era la verdadera razón de vivir, y todavía sigo sin saberla. Pero al final he encontrado la salida que siempre he deseado: la muerte.
No le tengas miedo, no tienes por qué hacerlo. No es tan mala como dicen, no tiene una guadaña puntiaguda y amenazante como la representan. Ni siquiera tiene una capa negra. No es ni siquiera material. La muerte es parte de nosotros, de ahí que los humanos tenemos ese lado violento y peligroso. La muerte somos nosotros mismos.  Por esa razón los humanos nos hemos estado matando entre nosotros desde el principio de los tiempos. Nosotros somos el esqueleto con capa negra y guadaña.
Somos lo que nos mata, por eso yo me he matado a mi misma.
Solo espero que tú, seas quien seas, te des cuenta de la verdad y no cometas mis mismos errores.

Esta es una despedida, así que me despido. (Para siempre). 

sábado, 12 de abril de 2014

Somos canciones que nunca nadie cantará.

A todo aquello que deseé, bebo hoy. Levanto esta copa y la choco contra la pared, un chinchín improvisado y mal hecho (pero qué más da).
Probablemente ahora esté borracha, o tal vez no. De nuevo digo: y qué más da. A estas horas de la noche sólo estamos despiertos los borrachos sin alma ni corazón. Y sí, he dicho estamos porque estoy dentro del grupo. Debería avergonzarme, pero me siento libre. Mis días de humana ordinaria pasaron como un tren rumbo a la siguiente parada y se fueron como las hojas abandonan a los árboles en otoño. En aquel entonces yo era la chica que vestía faldas impresas de flores y tú eras el chico de la sonrisa traviesa y los brazos pintados. Yo surcaba tantas veces el mar de tus labios y recorría con la punta de los dedos la tinta de tus brazos, tú te metías tantas veces debajo de mis faldas. Y reías, te troncabas de risa tu solo, sin dar explicaciones, y decías: tienes las piernas que todo hombre quiere llegar a acariciar una vez en su vida. Siempre he pensado que mis piernas eran feas, pero tú vivías para ellas. Solías reproducir en ellas los tatuajes de tus brazos, y luego eras tú quien los borraba en la bañera, murmurando una y otra vez que me has roto. (Y lo hiciste). Nos rompimos mutuamente porque no teníamos nada mejor que hacer. Porque hacer el amor no nos llenaba, al contrario, nos vaciaba más por dentro. Y nos sentíamos fantasmas de un mismo pasado. Ya no buscabas mi mano entre las sábanas, sólo buscabas mis labios y mis besos, necesitando la salvación que nunca llegó.
Estábamos locos, locos de atar, porque así nos hizo el mundo.  Nos importaba una mierda la sociedad y sus normas, lo único  importante era la luna y los lunares de mis piernas. Tú cantabas aquellas canciones sobre la soledad, canciones muertas que ya nadie recuerda pero que tú sabías incluso sus puntos y sus comas. Recuerdo tu voz dormida cantando mientras soñabas despierto.
You make me wanna live, another life
But I feel so tired today, I don’t want lose this time
So I’m gonna disappear, just like you did
Just to kiss you again, one more time
Till I die.

Esa canción fue mi perdición, y todavía lo sigue siendo. Los ecos de mi antigua alma canturrean aquella letra como si fuese suya (es tuya). Nosotros no lo sabíamos, pero éramos almas sin retorno ni hogar. Y aunque queríamos encontrar una casa en la boca del otro estábamos vacíos. Y la chica que vestía faldas impresas de flores no volvió a vestir faldas (porque no había nadie que se pudiera meter debajo). Y el chico de la sonrisa traviesa y los brazos pintados no volvió a sonreír más (porque no había nadie que besara su sonrisa ni que recorriese sus tatuajes con las puntas de los dedos). Perdimos nuestras almas y nuestros corazones en aquellas noches en vela sin amor ni canciones sin vida.
Al final nos hemos convertido en nuestras propias canciones.
Pero, a pesar de tus canciones, nadie las cantará.
Porque somos canciones muertas.

Y bien sabemos, tú y yo, que al final los muertos acaban en el olvido.