sábado, 31 de agosto de 2013

Calles vacías llenas de soledad.

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Un día, un mes, un año quizás? No lo sabía. ¿Qué había pasado con sus promesas? ¿Se evaporaron, se convirtieron en un vacío infinito? Tampoco lo sabía. Lo único que sabía es que estaba sola. Sola en una ciudad llena de desconocidos. ¿Qué es eso de pasear cuando tienes pocas cosas importantes que contemplar? Nada tiene sentido cuando pierdes a lo único que has amado. Nada tiene sentido cuando has perdido todo lo que eras.
Echo de menos ese ‘nosotros’, esas tardes sin hacer nada, cuando nos tumbábamos bajo la lluvia y cerrábamos los ojos pensando que éramos estrellas, esas carreras por las calles en las que gritábamos y reíamos sin importar que todos nos mirasen como si no estuviésemos cuerdos. ¿Acaso lo estábamos? ¿Acaso lo estabas cuando escribiste aquella carta acompañada de una taza humeante de café explicando que habías encontrado sentido de la vida en otra persona? Cuando llegué el café estaba frío al igual que las palabras salpicadas de tinta sobre aquella hoja usada de propaganda. ¿Realmente me merecía eso? ¿Una carta escrita en una hoja con una explicación incoherente y un café frío?

Caminar por calles vacías no parece real, más bien un espejismo o un sueño sin despertar. ¿Pero acaso no es la vida un sueño sin despertar?  A veces sólo quiero despertar de este sueño que ahora es pesadilla. Despertar de este continuo paseo por calles vacías llenas de soledad. Llenas de mi soledad. 


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