jueves, 18 de julio de 2013
El tercer día de la vida.
El segundo día de la vida.
Y quisimos volar alto.
domingo, 14 de julio de 2013
Días fríos.
Otro amanecer, otro despertar sólo;
sólo como el frío.
De eso compone mi cama,
de frío.
Tiempo atrás estuvo caliente,
pero sólo es pasado.
Tiempo atrás mi corazón,
fuerte,
estuvo caliente, ardiendo;
ahora es un trozo de hielo.
De eso compone todo.
Rastros de hielo rodean mi cama,
brillando entre la luz clara.
Mi pecho desnudo está pálido,
como lo era tu espalda.
Mis lágrimas son débiles,
como las pecas de tu cara.
La puerta sigue cerrada,
del mismo modo en que la dejaste.
Abandonada.
Tu falso amor, tu caliente abrazo,
tus besos ardientes, tu rojo lazo.
Nada fue real. Nada fue vivo.
Sólo era frío.
sábado, 13 de julio de 2013
Cartas a las estrellas caídas.
A pesar de que es verano, tengo frío. No es un frío normal, de esos fríos invernales en los que si no te cubres de mantas no se te quita, es un frío distinto. Es un frío que está dentro de mí, en mi interior, en mis entrañas. No es ningún frío invernal, no hay número posible de mantas que me caliente. Simplemente, tengo frío. Tan normal como sí tuviera hambre. Pero este frío a veces duele. ¿Conoces esa sensación que aparece cuando pierdes a alguien? ¿Como sí algo se hubiese ido de tú pecho para siempre? Lo siento ahora. Lo raro de todo, es como sí me hubiesen quitado algo que no se, algo que me falta dolorosamente, pero que nunca he conocido. La más pura verdad es que no se lo que me han quitado, pero lo he perdido. Es como sí el aire que respiro de repente se evaporase y me quedase seco, con mis pulmones gritando por oxígeno. Pero lo peor de todo no es ahogarse, ni no saber algo que has perdido; es estar rodeado de tanta gente y sentirte tan sólo. Y me siento sólo, tan infinitamente sólo. Las personas me rodean y no notan que tengo frío, ni que me ahogo. Sólo ven a un chico joven normal sonriendo por cualquier razón adolecente con los auriculares puestos caminando despreocupado. Por dentro me desintegro. Tengo ganas de gritar en medio de todo pero mi boca está cerrada y yo estoy cerrado. ¿Nunca te has sentido así? ¿Tan infinitamente muerto por dentro pero tan lleno de vida por fuera? No me gusta estar así. No me gusta sentirme sólo. Por eso escribo esto, una simple carta en un folio algo arrugado que encontré en mi archivador para una estrella caída. Caída en ese mar azul que se reclama cielo, caída como yo. Yo he caído tan fuerte sobre el suelo que por muchas flexiones y pesas que haya hecho antes no he tenido fuerzas para levantarme. ¿Algún día me levantaré? ¿Algún día dejaré de tener frío? ¿Algún día sabré lo que he perdido, y lo recuperare? ¿Algún día dejaré de estar solo? Hasta que llegue ese día, yo estaré aquí, envuelto en mantas carentes de calor, caído, como las estrellas a las que escribo.