jueves, 18 de julio de 2013

El segundo día de la vida.


Hacía frío. Las ventanas estaban cubiertas levemente de escarcha por los lados y formaban extrañas figuras. Grace estaba sentada enfrente del gran ventanal que había en su habitación. Cuando lo habían visto se dieron cuenta de que esa era su casa, de nadie más. A través de la hermosa ventana se podía ver como los árboles, ancianos y verdosos, se alzaban gloriosos, como si intentaran tocar el cielo. Grace una vez soñó con aquellos árboles. Soñó que por fin pudieron tocar el cielo, llegaban al eterno infinito y se convertían en una parte de él. Muchas veces ella misma había soñado que ella también lo hacía, tocaba el cielo, se convertía en infinito.

Apoyó la mano sobre la escarcha y dejó fluir a la frialdad sobre sus dedos. Siguió el contorno de las figuras con los dedos, como si fuese un lienzo y sus dedos un pincel. Imaginó que cada figura tenía una historia, un principio y un final. Una vida perdida, un camino perdido que los llevo a su ventana.
-¿Qué haces?
Se giró hacia la voz y se encontró a James mirándola desde el centro de la habitación enrollado en una manta. La manta le tapaba los brazos y se arrastraba por los pies. Se notaba que hoy no se había acercado al cepillo; tenía el pelo desordenado, con muchos mechones dorados oscuros en diferentes direcciones; parecía que se acababa de levantar después de estar largo rato durmiendo. Sus ojos estaban entrecerrados, pero se veía perfectamente el verde de sus ojos a través de sus negras pestañas. A través de la camiseta gris oscura que llevada se podía notar la musculatura desarrollada que tenía, a pesar de que era algo ancha. Grace era alta, pero aún así James le sacaba una cabeza.
James se sentó lentamente en el suelo, cruzando sus largas piernas y la rodeó con la manta, ella respondió poniendo la cabeza en su cuello.
-Sólo pensaba.-susurró.
-Siempre estás pensando.-repuso él entre risas- No quiero decir que sea malo. Yo también soy un pensador nato. Estoy todo el día pensando el porqué de esto y el porqué de aquello. Soy una causa perdida.-ella no pudo evitar reír.
Este era James. Un pensador de la vida. Siempre estaba reflexionando sobre porqué el cielo se vuelve gris y no negro, o porqué la lluvia es transparente y no azul. Muchas veces se quedaba parado mirando al suelo o a la ventana cómo si pudiese ver algo más allá del bosque y el cielo. Grace siempre intentaba ver en sus ojos un atisbo de sus pensamientos, pero eran neutros.
-Estaba pensando cuál es la historia de la escarcha.-susurró Grace contra el pecho de James.
James se quedó mirándola unos segundos y le acarició el pelo.
-¿Has llegado a alguna conclusión?
Grace sonrió y enterró el rostro en la manta.
-Me temo que no.
Después de un tiempo en silencio pensando, respondió mirando a la ventana:
-Tal vez la historia de la escarcha sea ésta: la escarcha se enamoró. Como se conoce de ese sentimiento te hace volar y sentir que el mundo es más bonito y que el cielo es dorado. Los días pasaban y ella seguía así, pensando que su amado estaba del mismo modo que ella. Pero llegó la verdad y entonces supo que su amor no era correspondido. Y huyó. Por eso está en nuestra ventana. Va de ventana en ventana cuando hace frío para buscar el amor que no ha sido correspondido.
-Tal vez lo haya encontrado ya....-susurró Grace.
El chico la miró y sonrió al ver que miraba a la escarcha.
-Mi pasatiempo favorito es darle amor a las escarchas.
Grace rompió a reír y James la acompañó. El mejor sonido era la risa de Grace. Ni siquiera un acorde perfecto de su guitarra podría compararse con el sonido tan hermoso de su risa. Apoyó la cabeza sobre la de Grace, y aspiró fuertemente el aroma de su pelo, deseando que se quedase impregnado en sus pulmones para siempre. Porque para él, esos simples e insignificantes momentos, eran los más preciados, con los que había soñado en el pasado.
Nadie sabía, ni siquiera Grace, que ese sonido, la risa de ella, le devolvía a la vida que hace tiempo alguien le arrebató. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario