Las
heridas duelen. Las cicatrices duelen más. ¿Pero qué importa eso
cuando eres libre? Te lo diré yo. Nada. Qué más da estar loco o
estar herido cuando puedes volar alto y no caer, a pesar de las leyes
de la gravedad. Estar loco sólo te hace ser diferente y ser alguien
que vale la pena; estar herido sólo te hace más fuerte. ¿Pero qué
es soportar un poco de dolor, con la libertad? Saber que no hay
amarras que te rodean y paralizan y que no vas a caer nunca más. Y
si en tal caso cayeras, te levantarías y seguirías volando como si
no hubiese pasado nada, como si esa fracción de segundo en el duro
suelo solo fue un recordatorio de lo fuerte que eres y de lo alto que
vuelas. Queríamos ser alguien y nos convertimos en nubes. Nubes de
un cielo glorioso que cubre a las personas como si una fortaleza
fuera. Así que eso somos. Guardianes del cielo. Prisioneros de las
estrellas. ¿Pero que importa ser prisioneros de las estrellas a ser
prisioneros de las personas, o de ti mismo? La sangre corre libre por
mis venas y mi corazón late limpiamente en mi pecho y yo sólo puedo
sentir la más pura felicidad. Ya no somos dueños de nadie. Ni del
aire que nos rodea.
Y
quisimos volar alto, y lo conseguimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario