jueves, 18 de julio de 2013

Y quisimos volar alto.


Las heridas duelen. Las cicatrices duelen más. ¿Pero qué importa eso cuando eres libre? Te lo diré yo. Nada. Qué más da estar loco o estar herido cuando puedes volar alto y no caer, a pesar de las leyes de la gravedad. Estar loco sólo te hace ser diferente y ser alguien que vale la pena; estar herido sólo te hace más fuerte. ¿Pero qué es soportar un poco de dolor, con la libertad? Saber que no hay amarras que te rodean y paralizan y que no vas a caer nunca más. Y si en tal caso cayeras, te levantarías y seguirías volando como si no hubiese pasado nada, como si esa fracción de segundo en el duro suelo solo fue un recordatorio de lo fuerte que eres y de lo alto que vuelas. Queríamos ser alguien y nos convertimos en nubes. Nubes de un cielo glorioso que cubre a las personas como si una fortaleza fuera. Así que eso somos. Guardianes del cielo. Prisioneros de las estrellas. ¿Pero que importa ser prisioneros de las estrellas a ser prisioneros de las personas, o de ti mismo? La sangre corre libre por mis venas y mi corazón late limpiamente en mi pecho y yo sólo puedo sentir la más pura felicidad. Ya no somos dueños de nadie. Ni del aire que nos rodea.
Y quisimos volar alto, y lo conseguimos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario