domingo, 10 de noviembre de 2013

«El bosque» (1)

Como cada tarde, a las cinco, salía de mi casa y me adentraba en el bosque. Para muchos podría ser un lugar insólito y silencioso, lleno de ramas impertinentes y plantas que te arañan al pasar. Pero para mi era más que eso; y para Jake. 
No recuerdo el día en que nos conocimos, tal vez fuese un simple día de lluvia o incluso el día en que nacimos, la cosa es que somos amigos desde que lo recordamos. No necesitamos ninguna fecha para saberlo. 
Tras seguir el camino que bien sabía de memoria llegue al lago. La mayoría dicen que la ciudad es mejor que el bosque; completamente están locos. Aquel lago parecía no tener fin, una inmensidad azul, un espejo en el que se reflejaba el cielo, rodeado de árboles que lo protegían de los peligros del exterior. Eso decía Jake. 
Me senté en el tronco que yacía tirado a la orilla y espere hasta que el tronco crujió y unas largas piernas aparecieron a mi lado. 
-Hey, Liss. 
-Hey, Jake. 
La mayoría del pueblo decía que Jake era guapo. Pero era más que eso. Lo más curioso era su pelo: parecía que nunca se peinaba y que simplemente se levantaba de la cama y se iba sin coger el peine, y esto hacia que hubiera un revoltijo de mechones dorados. Pero si pasabas la mano por su pelo, no tenía enredos. 'Los ojos son el espejo del alma'. Pues bien, su alma es un bosque. Si miras sus ojos, pensarás que son verdes, pero no lo son. Son color bosque. El color de las hojas en verano y su caída en otoño, de los fuertes y magullados troncos de los árboles, de los senderos recorridos. Color bosque. Parecía ser bastante delgado y al ser alto era un cuerpo de ramas. Pero otra vez, se equivocan. Yo misma lo he visto muchas veces, su interior debajo de aquellas camisetas oscuras, en aquellos días de verano. Y era precioso. No era un cuerpo de ramas, era un cuerpo de piel y músculos, no era tan delgado como todos decían, y tampoco débil. Era capaz de levantarme y dar vueltas conmigo a cuestas sin resoplar. Simplemente, era Jake, mi mejor amigo.
-Y vuelve la Liss reflexiva.-sonrió. 
-No estaba reflexionando, Jake.-respondí. 
Jake se giró apoyando la pierna en el tronco de modo que estaba de cara hacia a mi. 
-Mentirosa -en sus ojos había un brillo extraño, sonrió de lado-. Se cuando reflexionas, Liss. Te he visto muchas veces haciéndolo.-se levanto de un salto y se puso delante de mi, mirándome desde arriba.- Te gusta pensar, y reflexionar sobre porque el lago es azul, y todas esas cosas, Liss. 
No pude parar de reír. Siempre se ponía así cuando intentaba negar algo sobre mi misma. Una vez estuvo como dos horas de eso modo porque dije que no era hermosa. 
Así que me lo quede mirando de nuevo, sin decir nada. Memorizando cada centímetro de el. Y la risa vino. Me abalance contra el y lo tumbé a pocos centímetros del agua. Los dos gritamos y caímos como las hojas, acabamos hechos un enredo en el suelo. Y la tarde paso, como cada día. Otro día perdido. Otro día con Jake. 
Cuando la noche cayo, corrimos por el bosque ahuyentando a las ramas y cayendo con ellas. Estábamos perdidos. No nos importaba el que los estuviésemos desviando del camino, ya estábamos fuera de el. Y seguimos corriendo. Hasta que nos doblamos por la mitad para recuperar oxígeno, nos miramos y reímos. Reímos sin parar, a pesar de la noche.
 Y entonces el se me quedo mirando, mirando como nunca lo había hecho. Se levanto y avanzo lentamente hacia mí. Tenerlo tan cerca me abrumo, la Luna le iluminaba el rostro y me recordó a un ángel, un ángel caído. 
Mientras yo pensaba, el se agacho de repente y me beso. Sus manos descansaban en mis mejillas, mis ojos se cerraron como si llevasen tiempo queriendo ser cerrados. El tiempo paso, y el se apartó. No lo bastante cerca para que sus labios rocen los míos, pero si para que sus ojos estuviesen a centímetros de los míos. Por primera vez, en aquellos ojos bosque había miedo. Y supe porque era. No lo dude.
 Hice lo mismo que el había hecho, cogí su cara entre mis manos y me acerque. Esta vez no hubo miedo, no hubo sorpresa, sólo éramos Jake y Liss, el chico bosque y la chica de los libros. Y el bosque, que nos observaba. 



Esta historia, va a ser una pequeña historia, en dos entradas. Una historia corta que por la noche se me ocurrió y quería escribir. Dentro de poco escribiré el final, hasta entonces tendrás al chico del bosque. 

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