A todo aquello que
deseé, bebo hoy. Levanto esta copa y la choco contra la pared, un chinchín improvisado y mal hecho (pero
qué más da).
Probablemente ahora
esté borracha, o tal vez no. De nuevo digo: y
qué más da. A estas horas de la noche sólo estamos despiertos los borrachos
sin alma ni corazón. Y sí, he dicho estamos
porque estoy dentro del grupo. Debería avergonzarme, pero me siento libre. Mis
días de humana ordinaria pasaron como un tren rumbo a la siguiente parada y se
fueron como las hojas abandonan a los árboles en otoño. En aquel entonces yo
era la chica que vestía faldas impresas
de flores y tú eras el chico de la
sonrisa traviesa y los brazos pintados. Yo surcaba tantas veces el mar de
tus labios y recorría con la punta de los dedos la tinta de tus brazos, tú te
metías tantas veces debajo de mis faldas. Y reías, te troncabas de risa tu
solo, sin dar explicaciones, y decías: tienes
las piernas que todo hombre quiere llegar a acariciar una vez en su vida. Siempre
he pensado que mis piernas eran feas, pero tú vivías para ellas. Solías
reproducir en ellas los tatuajes de tus brazos, y luego eras tú quien los
borraba en la bañera, murmurando una y otra vez que me has roto. (Y lo hiciste).
Nos rompimos mutuamente porque no teníamos nada mejor que hacer. Porque hacer
el amor no nos llenaba, al contrario, nos vaciaba más por dentro. Y nos
sentíamos fantasmas de un mismo pasado. Ya no buscabas mi mano entre las
sábanas, sólo buscabas mis labios y mis besos, necesitando la salvación que
nunca llegó.
Estábamos locos,
locos de atar, porque así nos hizo el mundo.
Nos importaba una mierda la sociedad y sus normas, lo único importante era la luna y los lunares de mis
piernas. Tú cantabas aquellas canciones sobre la soledad, canciones muertas que
ya nadie recuerda pero que tú sabías incluso sus puntos y sus comas. Recuerdo
tu voz dormida cantando mientras soñabas despierto.
You make me wanna live, another life
But I feel so tired
today, I don’t want lose this time
So I’m gonna
disappear, just like you did
Just to kiss you
again, one more time
Till I die.
Esa canción fue mi perdición, y todavía lo sigue
siendo. Los ecos de mi antigua alma canturrean aquella letra como si fuese suya
(es tuya). Nosotros no lo sabíamos, pero éramos almas sin retorno ni hogar. Y
aunque queríamos encontrar una casa en la boca del otro estábamos vacíos. Y la
chica que vestía faldas impresas de flores no volvió a vestir faldas (porque no
había nadie que se pudiera meter debajo). Y el chico de la sonrisa traviesa y
los brazos pintados no volvió a sonreír más (porque no había nadie que besara
su sonrisa ni que recorriese sus tatuajes con las puntas de los dedos). Perdimos
nuestras almas y nuestros corazones en aquellas noches en vela sin amor ni
canciones sin vida.
Al final nos hemos convertido en nuestras propias canciones.
Pero, a pesar de tus canciones, nadie las cantará.
Porque somos canciones muertas.
Y bien sabemos, tú y yo, que al final los muertos acaban en el olvido.
Soy fernando. No he leído todas tus historias, pero he leído varias y eres una de las pocas personas que consiguen crear sentimientos con tus palabras, odio, frustración, alegría, tristeza... Y es que has nacido con ese don Lucia, y tienes que seguir cultivandolo. Cuando te Leo siempre pienso que ojala me asemeje a ti a la hora de escribir, porque tienes un estilo propio muy conmovedor que hace que el lector parezca estar dentro de lo que escribes, cada palabra que escribes y entrelazas, haces como si los lectores sintieran lo que sienten los protagonistas. Te lo vuelvo a repetir, tienes un don.
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