sábado, 11 de mayo de 2013

Escaparates

A veces siento que mi vida es un escaparate. Que alguien cada cierto tiempo lo redecora. Cada escaparate es diferente. El primero fue hermoso. Lleno de felicidad e inocencia. Lleno de globos y muñecas que te hacían sonreír. El segundo escaparate ya no era tan inocente. Había un poco de sangre y lágrimas en un suelo lleno de tierra. Unos miedos que te hacían gritar de terror. Unos amigos que a veces estaban y otras veces no, como si de fantasmas se tratase. Un nuevo ser que llegaba al escaparate con poco pelo y manos pequeñas mientras lloraba. El tercer escaparate ya era más oscuro. Las lágrimas habían aumentado, inundando lo todo. Los fantasmas ya desaparecían más, y algunos no volvían. El nuevo ser había cambiado convirtiéndose en alguien con el que te peleabas. Había muchos libros amontonados en una esquina, esperando a que alguien los lea, mientras los exámenes montaban guardia para que nadie los leyera. La soledad era la luz que iluminaba el escaparate. Y así seguirá mi escaparate. Hasta qué un día desaparezca, y yo desaparezca con el. 

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