lunes, 13 de mayo de 2013

Vejez.

Me despierto en medio de un mar de sudor y mis huesos crujen. Me vuelvo a tumbar hasta que el dolor desaparece y me enderezo. Miro la foto que descansa en la mesa, a mi lado, y me paralizo. En esa foto ella podía tener unos diecisiete años. La había tomado yo. Ella ni siquiera se dio cuenta de que se la tomé. Pero aún así era la persona más hermosa del mundo. Sonreía de una forma tan timida mientras miraba a la nada que podría ser un ángel.   Un dolor me atraviesa el alma y me digo a mi mismo que me levante. Y así hago. No puedo soportarlo. Camino por el largo pasillo y me detengo en el salón. Los recuerdos vienen a mi mente como flashes y me agarro al marco de la puerta para no caer. En esta casa empezó mi vida. Y en esta casa acabo aquel oscuro día de octubre. Esa fecha me aplasta la cabeza hasta tal punto que acabo llorando desolado. No entiendo como una simple fecha puede afectar tanto a una persona. Pero para mi no es una simple fecha. Es la fecha de la muerte de la única persona que he amado. La muerte de mi alma. Pero entonces el dolor de mi edad me saca de mi trance y me dirijo al mueble donde guardo las pastillas. Me las tomo y sentir y me prometo que hoy será un día bueno. Aunque yo ya se que eso no será así. La soledad me bombardea cada dia haciendome sentir mas viejo. Me encuentro en un planeta lleno de seres humanos y aun asi lo unico que siento es dolor y soledad. Ni siquiera mis propios hijos intentan quitar esta soledad. Nadie. Y asi es mi vida de anciano. Todos los días la misma rutina. Me levanto. Veo la foto de Grace. Me tomo las pastillas. Me siento en el sofá. Y ahí me quedo, pensando y recordando todos esos recuerdos que me acuchillan el alma. Y ese dolor que nunca cesa. Pero supongo que de esto trata la vejez. Recordar todo lo vivido y sufrir en silencio lo perdido. 

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